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Cada vez que creo una obra, no la lanzo al mundo de inmediato. La dejo reposar, como si necesitara respirar antes de volar. Algo que me ayuda es ponerla como fondo de mi móvil; así la miro una y otra vez, la vivo, la dejo estar conmigo. Con los días, siento si está completa, si realmente dice lo que quiero que diga.

Cada pieza que nace en mis manos la imagino primero en mi propio espacio: en mi salón, en mi entrada. La creo para mí, porque es mi forma de expresar lo que llevo dentro. Y mi mayor ilusión es que un día, sin que me lo espere, esa misma obra encuentre su lugar en tus paredes. O quizá en tu fondo de móvil, acompañándote como lo hizo conmigo.